En efecto, internet no se está convirtiendo solo en nuestro “supermercado” de productos, sino también de servicios. Lo de “todo” no lo digo en sentido figurado y como muestra un par de ejemplos:
A) Hace algunos meses, un amigo de la familia me pide que le busque información acerca de algo bastante raro: quiere comprar termitas. Su objetivo final prefiero no detallarlo, pero es fácil suponerlo: las termitas se comen la madera y en este país todavía existen construcciones con este material …
Realizo una búsqueda rápida en internet, y le proporciono un par de números de teléfonos, para que se informe. Efectivamente, hay sitios donde las crían y las venden, su principal negocio son los restaurantes “exóticos”, aunque tienen otros clientes que las utilizan para el envejecimiento de las maderas. Le proporcionan toda la información que necesita y cierra el trato.
B) También hace algunos meses, la caldera de gas de mi casa decidió dejar de funcionar. Lo más rápido (y fácil) hubiera sido ir rápidamente a las páginas amarillas y llamar al fontanero de turno, pero preferí probar en una página web que descubrí unos días antes, y que se llama TodoExpertos. Además, es verano, hace un calor impresionante y puedo aguantar con el agua fría unos días. Este web tiene su correspondiente sección de fontanería y lanzo la pregunta con todos los detalles del problema y las características de la caldera … a las 24h tenía respuesta de una persona que me describe en un e-mail de aproximadamente 1 página lo que debo hacer para arreglarla, aparentemente es un trabajo fácil. Me decido a seguir su recomendación y ¡voilá! la caldera vuelve a funcionar (gracias a Mr Roca de nuevo!).
Todo esto no son más que ejemplos puntuales, pero vienen a dejar claro dos hechos evidentes.
El primero es la potencia de internet para conseguir cosas, todo lo que sea, todo lo que se te imagine, por extraño que parezca.
Y el segundo, la fantástica difusión de lo que se está denominando “trabajo colaborativo desinteresado” y que coincide con la esencia con la que nació este invento llamado internet: compartir y colaborar. Cada uno se ofrece a colaborar en aquello de lo que más sabe para ayudar al resto, y pide colaboración para aquello que no conoce.
Otra fórmula extendida es la del “trueque” directo y presencial de tareas a través de la red: yo te arreglo el PC y tú me ayudas con la declaración de la renta, por ejemplo.
El que este tipo de fórmulas lleguen y se extiendan en la sociedad es tremendamente positivo, sobre todo porque son mecanismos ya utilizados desde hace años por las empresas entre sí y que nosotros no aplicamos en nuestro día a día. A través de modalidades como el marketing colaborativo (coMarketing), una empresa trabaja conjuntamente con los distribuidores de sus productos para crear las nuevas ofertas o campañas, bien de forma particular o generalizada, en este caso, con el claro objetivo del aumento de las ventas y del beneficio.
Sinceramente, creo que mediante internet y el trabajo colaborativo, en un futuro podemos acabar con ciertos “negocios” que nos sacan el dinero de manera infame (con perdón) sin aportarnos un servicio diferencial: abogados, notarios, registradores, etc. Evidentemente es algo muy complicado, pero seguro que hablar hace algunos años del software “open source” o del “copyleft” también se hubiera considerado una locura. Creo que solo hace falta confianza y un poco de iniciativa, dependemos de nosotros mismos.
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